21 diciembre, 2006

01 El CARDENALA (INTRODUCCIÓN AL TEXTO)

EL CARDENALA

(introducción al texto)

El Regreso


Los corceles a galope invariable traspasaron los portones del castillo.
La plebe reconoció esperanzada el Magno Carro Inmenso.
El pueblo alborotado y expectante comentó el regreso del Laureado Learense.
El anciano que entonces hacia de escribano relató a los niños la leyenda.



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Leyenda de "El Cardenala"

Nadie supo,
nadie sabe

qué es lo cierto.


Dicen que en su tiempo

la definición

que de ella dieron

fue “Desaforada”


Le gustaban los atardeceres como al Principito e igual que él los prolongaba.

Bonachona, nunca preocupada. Tenía la paciencia de la hormiga y la indiferencia de La Nada.

Cuando comía devoraba. Cuando bebía era catarata. Amando producía terremotos y una meseta apenas le alcanzaba entonces para cama. Al terminar roncaba, por no decir ¡¡TRONABA!!, toda una semana.

Fumadora empedernida. Fumaba hasta dormida y llegó a despertar en un colchón de llamas.

Amante de vinos y licores, de mujeres y de hombres. Su sexo no era indefinido pues contaba con los dos y muy, pero que muy …que muy… formados y precisos. Gozando en soledad haciéndose el amor era multiorgásmica. Sus pocos amores la llamaron "Sensación". Mucho coqueteaba pero poco concretaba. Era fácil de atraer y difícil de tener, le gustaba confundir la trama.

Trabajadora obsesiva y compulsiva. Eterna en el dormir. Sensible para el arte y la belleza hasta las lágrimas (Eso era fuente frecuente de problemas, un verdadero surtidor). Condolida hasta los huesos de la Vida y anegada de Ternura.

Amaba a las flores y las piedras, también a los insectos y poetas, y le importó un rábano parecer contradictorio o presumir de erudición. No creía en justicias o injusticias, tendía a lo amoral y a los juicios de valores respondía risotadas que la hacían sonrojar.


Reconoció instintivamente la diferencia entre el dañar y el ayudar
(esa diferencia se decía –cualquiera la comprende-). Por eso mismo desconfió de las doctrinas que redimen, juzgan, premian y castigan, "por el bien" del sujeto a ultranza.


Entendía algo de jurisprudencia y a veces barajaba la lectura amena y concentrada de diversas ciencias, sin ser experta en materia exacta.

Evitó constantemente mirar los ojos de los otros, porque no temieran. A los crueles y al Amado los miró, por iguales, a la cara.

Fue amante de la vida, enemigo de la muerte y del dolor, y creyente de Bondad. Fue feliz por convicción.

Siempre que podía repartía sus favores a los seres con modales. Buena a la hora de escuchar. Mejor para escribir que para hablar. Poco inclinada a la obediencia y para atarla bastaba hacerla prometer. Con el tiempo se hizo desconfiada de las lenguas, documentos y argumentos. Su familia la llamó “La Amarga”.

Siempre escuchó consejo por llegar a viejo.

No temía mucho a la muerte y se conformaba con su suerte. No intervenía abiertamente contra el fuerte. Sin embargo hacía lo que podía por aliviar el dolor de sus hermanas y engrandecer la tierra, pues pensaba que la vida es patraña pero mejor si es linda y nos amaña. No dudaba de que lado estaba.


Y el poder?
El poder?
Para ella era ajedrez insulso. Si una pieza estaba mal situada, la movía y ya.

Triste como todos los gigantes, lo persiguió Melancolía.
Evitaba consistentemente las espadas. Su inteligencia no era tanta pero era práctica; sin embargo se pasaba las horas observando el crecimiento de las plantas y, cuando algo lograba interesarla, era Pasión quien estudiaba.

Creía sobre todo en Libertad para Pensar y en actuar con probidad con los demás. Sostenía que el que regularmente le miente al semejante, por tener la mente entrenada en la mentira y no en la verdad, no cuenta con equipamiento de pensamiento adecuado y no logrará meditar con claridad. -Los que aprenden a mentir, no aprenden a pensar o piensan mal-

Sus acciones revelaban casi la inconciencia, con una consistencia extraña.
Se sujetaba a métodos de pasos lentos y un quehacer tenaz de deliberado “azar”.

Por sistema anduvo sin ninguna prisa -Lo importante del asunto es llegar-.

Jugaba a ganar, perder no trascendía y si podía lo prefería y feliciba al "vencedor". No se indignó cuando “le hicieron trampa” consideraba que no existe en realidad lo que expresa tal palabra
-El reglamento es inflexible. Toda jugada, si posible, por posible es legal-. Su ego era tan grandioso que no lo conmovían las lisonjas. Su humildad fue tanta que la odiaban los más bajos por lo bajo por lo Santa, mientras abusaban de ella y la humillaban por lo alto "por lo baja".


Cuando consideró que una afrenta así lo ameritaba no escatimó y disfrutó con fruición revanchas bien planeadas. Cuando amenazaba advertía de manera que nadie le creyera y después callaba esperando a que olvidaran. No peleaba, sonreía o pedía compasión. Al impertinente recurrente lo apuñalaba por la espalda.

Se escondía tras de una vara y tanto se agachaba que era triple jorobada.
A cualquiera convencía de que en altura la abrumaba.

Paranóica redomada.

Su Eminencia Archidiosesana fue Cardenal Decana, Nuncio Apostólico, Elegible y Elector.
Querida como hija putativa por el Papa y Señor honrado y de respeto a tabla rasa.
Cuando se empeñaba en algo, le decían “La Voluntad”.

Sus riquezas eran tantas que Midas en su vida lograra acumularlas (las brotaban sus entrañas).

Medía lo que mide un día y un planeta y parte fue su masa.
Comía como Cronos y bebiendo era Caribdis.

Sus suspiros eran huracanes y si soplaba papas para enfriarlas, podía congelarlas; pero si una piedra para calentarla, llegaba a sublimarla.

Una vez se tropezó con La Montaña de Montañas. Trastabilló tan fuerte con el Himalaya,
que se sentó sobre el Valhalla a mejor considerar si lo pisaba o lo cambiaba de lugar.

Por cortesía, casi nunca estornudaba y contenía los aires que en su seno generaba;
los embotellaba y daba el pueblo, que la amaba, por el precioso combustible
que pródiga brindaba.

Por lo demás, era ilimitada.

Llegando a este punto
se silenció el anciano
por compasión con el lector.

Pasado el tiempo el niño que envejeció
y la historia repetía, diciendo en conclusión
-Yo la conocí y me consta que el anciano no mintió-,
se hizo escribano y la escribió.

9 DIÁLOGOS:

Anónimo dijo...

Es el/la Cardenala... ha despertado al fin, esperemos por aquí por si nos regala un santito.

Anónimo dijo...

Por fin ha llegado su santidad a palacio. Este Castlear es un caos, andan todos cachondos pidiendo licores y condones.
¿Qué nos pide que hagamos, vuestra Eminencia, el Cardenala?

Anónimo dijo...

urgente confesión pedimos ,
santidad /a

Thérèse Bovary dijo...

Genial, Genial,
por fin viene alguien
a poner orden
entre tanto desorden.

Yo, que soy una santa
de nada tengo que preocuparme
pero me confesaré
por si acaso.

Anónimo dijo...

Creo que me conviene tener de aliada a el cardenala pero temo que con su desmedida se quiera comer todos mis gansos.... Tendre que estar atenta

Rafa dijo...

mi bien



pronto quedaremos

y de pleamares te hablará mi piel



...entre dos pétalos abiertos

mi sépalo hinchará de sangre

tu fragante y venial ambrosía


DLR

grandchester dijo...

(sorprendida)

-...ejem... ergo...
-me confundes caballero,
-podrías profundizar
-el parlamento?-

Rafa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rafa dijo...

comúlgame de carne y liba este manar de brebajes nacarados...

DLR